Lo que queda de mí de Kat Zhang
—Pero aun así viniste —dijo él. Addie estaba callada. Entonces, con la voz entrecortada, dijo: —Eva quería venir. La expresión de Devon no cambió, pero Lissa sonrió. —Yo… —Addie frunció el ceño. Nuestra cabeza se sentía extraña. Sofocante. Algodonosa. Un poco borrosa. Apartó la taza de té, pero no estaba humeando tanto, no podía ser eso.— Yo… um… Creo que… Nos balanceamos «¿Eva?» gritó Addie. Una sola y aterradora palabra. Y entonces se fue. |