Karin Boye: Poesía (Última Thule 26) de Karin Boye
Confesión (Bekännelse) No quise ser una rebelde y sin embargo me vi obligada a serlo. ¿Por qué mi destino no es privado? ¿Por qué sigo dándole vueltas? O, si ahora tengo que luchar, ¿por qué lo hago con sufrimiento? ¿Por qué no como un resonante juego, cuando al fin me veo obligada a atreverme? Sangre de mi sangre, que me habéis juzgado duramente y me habéis repudiado con ignominia, yo sentía ya, cuando fui expulsada, que me había roto enteramente, sentía una comunión sagrada, tras las palabras de condena, sabía, llena de miedo que vosotros sois yo — y fui doblegada hacia la tierra. Pero cuando yacía allí y me creía muda, oí que la oscuridad gemía. Las almas de esa misma habitación del suplicio respiraban a mi lado. Oí mi propio grito de ayuda elevarse desde desiertos inhóspitos, supe, llena de miedo, que yo soy vosotros — y no pude guardar silencio. Cobarde, cobarde, tres veces cobarde, debo aun así debatirme, ser abatida en tierra y levantarme con todos los nervios rotos, debo sentir, como hierros candentes, las despiadadas condenas, y obedecer y obedecer a un fuego abrasador que florece desde la oscuridad. De: För trädets skull (Por el bien del árbol), 1935 |