La maravillosa vida breve de Óscar Wao de Junot Diaz
[...] y en el ocaso de su fuerza menguante se abrió a una soledad tan completa que estaba más allá de la muerte, una soledad que borraba toda memoria, la soledad de una infancia en que ni siquiera tuvo su propio nombre. Y era en esa soledad que se deslizaba, y era allí que viviría siempre, sola, negra, fea, arañando el polvo con un palillo, simulando que sus garabatos eran letras, palabras, nombres.
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