Poesía completa de Julio Mariscal Montes
Flagelación A Paco Cuevas Abiertas ya las rosas del costado, festín para los tábanos del viento, Cristo roto en la tarde, ceniciento como un lirio de pena, flagelado. Se le quebró la luz del otro lado, alta Jerusalén en movimiento, se le quebraba el corazón, sediento de darse en agua viva, desbordado. Cristo solo, vencido de amargura, en imposible gesto de agonía conjugando lo humano y lo divino. Cristo atado, los brazos a la altura como un ciprés de sangre, y todavía señalando a los hombres El Camino. De: Quinta palabra, 1958 |