El 31 de agosto de 1997 yo amanecí en la casa de mis primos, en un pueblecito de León, mientras su abuelo, padres y tíos comentaban que Lady Di había muerto esa madrugada en un accidente de tráfico en París. Yo adoraba a Diana. Me había ido haciendo con cada libro que encontraba sobre ella y pensaba qué extraño Cubo Rubik era la existencia. Cuántos giros para no encontrarnos. No sé si aún queda alguien que no conozca la biografía de Diana, princesa de Gales. Reina de corazones (Planeta, 2022), de Julie Heiland novela lo que prometía ser un cuento de hadas y se volvió una historia de miedo. Diana conoce al príncipe de Gales en un partido de polo en el Londres de finales de los setenta. Ya había sido objeto de su admiración en el internado, donde coleccionaba sus fotografías y había podido observarlo de cerca durante la breve relación que Charles había mantenido con Sarah, su hermana mayor. Su puesto como descendiente de una de las familias más nobles de la aristocracia británica, junto a su juventud, belleza y falta de pasado, pronto la convertirán en la candidata perfecta para contraer matrimonio con el futuro rey del Reino Unido. La boda del siglo tendrá lugar el 21 de julio de 1981 en la catedral de San Pablo y ante tres mil quinientos invitados. Pronto el gris lo invadirá todo. El protocolo palaciego tratará de asfixiarla. Su popularidad despertará las envidias del resto de royals, sobre todo las del heredero. Y Diana se encontrará totalmente sola, sin saber en quién confiar. The Firm, "la institución", es conocedora de la relación sentimental entre Charles y Camilla Parker Bowles, casada con el brigadier Andrew Henry Parker Bowles desde 1973 hasta 1995, con quien tuvo a sus dos hijos. Durante años, la maquinaria real y su marido, tachan a Diana de loca y amenazan con enviarla a terapias o, incluso, internarla, si continúa con su obsesión con la señora Parker Bowles. La princesa debe armarse de valor para enfrentarse a la Royal Family, los tabloides y a los desórdenes alimenticios que padece. Alzarse por encima del tablero y mostrar que es capaz de colocar en primera plana causas tan polémicas como la del sida o la de la eliminación de las minas terrestres. Y también dejar a un lado su amor por un hombre que no la corresponde, tratando de encontrar su propia felicidad. Hasta que su tiempo se agota en el Pont de l'Alma, la noche previa a su vuelta a Londres. Unos dicen que rodeada de paparazzis, otros aseguran que víctima de una conspiración llevada a cabo por alguien capaz de asesinar para mantener su imagen pública. Quizá nunca conozcamos la verdad. Mi profesora de Historia de Bachillerato nos decía: «Si os pretende un príncipe, no desafiéis a las crónicas pretendiendo que sea el único de su especie que no venga con amante». Quizá el error sea pensar que los royal son humanos. Quizá, contra toda coherencia, sea más lo que nos separa que lo que nos une a ellos. Quizá. Pero, de ser así, Diana era la excepción. Quizá aún hoy siga siéndolo. Enlace: https://www.instagram.com/mi.. + Leer más |