Inventario de algunas cosas perdidas de Judith Schalansky
Quien deja de hablar, quien empieza a tartamudear, a balbucear o simplemente enmudece, es porque se deja dominar por la emoción, pues, a la vista de la grandeza absoluta, la lengua solo puede fracasar. Los puntos suspensivos tienen el poder de abrir el texto a ese reino de sensaciones, vasto e indefinido, que no pueden verbalizarse o que huyen ante las palabras de las que solemos servirnos [...].
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