Tan difícil como raro de Juan Vilá
Cruzarnos por el pasillo o en la cocina. Sentir que me está observando y que no quiero ser observado. Sentir que ella disimula y se siente también observada por mí. Su actitud tan solo reflejaba la mía. También cuando dimos el siguiente paso y caímos en la hostilidad. Hostilidad pasivo agresiva. Un reproche constante que no se dice, pero que está ahí, y lo enturbia todo. Y al final no hubo una sola faceta de ella o de mí, de nuestra relación, que quedara intacta. Y empezar a sentir que ya no me gusta, aunque la siga amando, que no era eso, o que no era así, que algo o todo ha cambiado. Ni Ana es Ana ni yo soy yo. |