Gladiadoras de Juan Tranche
Mi querida abuela Marcia me enseñó lo distintas que somos las mujeres de los hombres cuando el amor llama a nuestras puertas. Si es el corazón de una mujer por el que corre la sangre enamorada, su entusiasmo comenzará en silencio en su interior. Todas las caricias de su amado irán poco a poco enloqueciendo su alma hasta que pierda la cordura. Hasta tal punto que todos aquellos que se acerquen oirán el latido de su corazón, como si cien caballos galoparan desbocados alrededor de ella. Desde que el amor inunde cada uno de sus pensamientos, su amado será una extensión de su cuerpo y la voz que salga de su garganta solo hablará de él.
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