En busca del unicornio de Juan Eslava Galán
El rey de Marruecos se llama también el Miramamolín que es tanto como decir el enviado de Dios, y los moros, en su ignorancia, lo creen profeta y piensan que hace milagros aunque los tales milagros nadie los ve, pero como gente grosera y de poco ingenio ellos lo creen sobre las fablas mentirosas del Alcorán. Y dicen que la señal que el Miramamolín tiene de ser profeta es que las palas de la boca, que son los dientes delanteros de la parte de arriba los tiene separados y entre ellos cabe una uña del dedo horramente. Lo que es gran necedad pues siendo así todos los burros y gran parte de los caballos serían también profetas, cosa que, bien pensado, sería además de necedad, grave pecado creerla, mas yo la asiento por letra no por imprudencia mía, que soy ferviente cristiano y en todo presto a admitir lo que la Iglesia enseñe tanto si lo entiendo como si no lo entiendo, sino por escarnio del falso profeta Mahoma y de su secta embustera.
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