Un chelín para velas de Josephine Tey
Encanto, la más insidiosa arma del amplio repertorio humano. Y ahí lo tenía, delante de sus propias narices. Observó con imparcialidad aquel rostro bondadoso e irresponsable. Había conocido al menos a un asesino que poseía ese tipo de atractivo. Ojos azules, agradable, inofensivo… y también capaz de enterrar el cuerpo descuartizado de su prometida en un pozo de ceniza.
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