Historia de una maestra de Josefina Aldecoa
- Quiero mucho a Ezequiel - le dije - pero yo creo, lo he creído desde el principio, que es un afecto sereno y reposado lo que siento... Continúe hablando largo rato. Necesitaba contarle que mi amor por Ezequiel no era una sacudida violenta, ni un arrebato incontrolado. Era un sentimiento confiado, tranquilo, que no alteraba el ritmo de mi pulso. Y su amor me rozaba la piel como una caricia, un ligero cosquilleo grato y confortable. |