Hermanas de Josefina Aldecoa
Supo lo que ella pensaba solo con percibir su expresión, y supo también que ella leía en su cara con la misma claridad que si se mirara en un espejo. Acababan de condenarse, los dos, a un exilio forzoso, eran extranjeros de sí mismos, abocados a un silencio voluntario y eterno, a una comunicación sin futuro en un lenguaje muerto.
|