Montañeros, una dama en las cumbres de José de la Rosa
Primero salió un pie enfundado en unas veraniegas sandalias de tacón alto. Después una pierna embutida en un carísimo pantalón de crep blanco. Y al fin la mujer, que se plantó en medio de la carretera con incomodidad manifiesta. Chaz no puso qué pensar. Era alta, algo más que Julie, y más delgada. Llevaba una blusa amplia también blanca, un color en absoluto apropiado para los empolvados caminos que debían atravesar. Un largo fular verdoso pendía de su cuello y le llegaba casi al dobladillo del pantalón. Llevaba el cabello oculto por una gran pamela del mismo tono, y unas enormes gafas de sol que impedían ver sus ojos. Cuando terminó de analizar el entorno, Chaz pudo ver que en sus labios aparecía una mueca de desagrado y, mientras el chófer empezaba a sacar el equipaje del maletero, ella pareció reparar en él y fue a su encuentro. |