Milena o el fémur más bello del mundo de Jorge Zepeda Patterson
Entendía que el proxeneta y los gorilas que la vigilaban formaban parte, junto a ella y sus compañeras, de una maquinaria engrasada al servicio de esos hombres que venían cada noche a ensuciarla con sus viscosos líquidos. Al día siguiente cada uno de ellos proseguía su vida normal, al margen del infierno que financiaban, creyéndose legitimados y exculpados por la paga de unos cuantos euros.
|