No hay cuervos de John Hart
"Sin embargo ahora lo cuestionaba todo, todo lo que había aprendido con tanta convicción. A Dios no le importaba la gente que sufría. No le importaban los niños. No existía la justicia, el resarcimiento o la solidaridad; los vecinos no se ayudaban entre sí y los mansos no heredarían la tierra. Todo aquello no eran más que mentiras. La Iglesia, la Policía, su madre… Ninguno de ellos podía conseguir que las cosas fueran bien, nadie tenía ese poder. Durante un año él había experimentado aquella nueva y brutal verdad; estaba solo. Pero eso era lo que había.”
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