Bajo la misma estrella de John Green
Era perfecto, supongo, pero era como si alguien hubiera escenificado la Amsterdam de mi imaginación, lo que hacía difícil olvidar que aquella cena, como el viaje en sí, era un premio de consolación por tener cáncer. Quería que charláramos y bromeáramos tranquilamente, como si estuviéramos en el sofá de mi casa, pero había cierta tensión subyacente.
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