Buscando al amor perfecto de Jennifer Probst
—¿Cómo es? Kennedy estaba a punto de dar saltos de alegría. —My Fair Lady. No os digo más. Kate jadeó. —¡Venga ya! —¿Tan mal? ¿Dejadez absoluta? —Sí. Imagínate. Empollón friki. Gafas de pasta enormes. Pelo largo y grasiento. Ropa de Walmart. Y piel naranja del autobronceador. |