Nuncanoche de Jay Kristoff
Y por último, el idioma de los gatos. Oh, sí, los gatos hablan, gentiles amigos, no os quepa duda. Si tenéis más de uno y no los veis en este preciso momento, lo más probable es que estén en algún rincón lamentando que su dueño dedique el tiempo a leer libros estúpidos en lugar de prestarles la atención que se merecen.
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