Por una rosa de Javier Ruescas
A La Bestia no hay que tenerle miedo, sino pánico. No puedes jugar con él, o ella, no se sabe su sexo. No puedes burlarte. No puedes pretender más de lo que quiera darte, No es tu amigo, ni nunca lo será. Si te descuidas, te come, te digiere, te escupe. Y ya nunca jamás volverás a ser el mismo. Si te acaricia, es porque quiere hundirte las garras en la piel
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