Por una rosa de Javier Ruescas
Besos hambrientos, salvajes..., besos que se transforman en caricias, que se transforman en abrazos, en pieles desnudas, en respiraciones entrecortadas, en suspiros y gruñidos y más besos y más abrazos, y en sonrisas que prometen primaveras cuando fuera solo hay inviernos.
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