Mansfield Park de Jane Austen
Asustada de todos, avergonzada de sí misma, deseosa de volver a su casa y de que la dejaran sola, no acertaba a alzar los ojos, y a duras penas conseguía hacerse oír, o contenerse para no llorar. Durante todo el trayecto desde Northampton, la señora Norris había venido hablándole de la inmensa suerte que había tenido, y de la infinita gratitud y buen comportamiento que debía mostrar; y su sentimiento de desventura aumentó al pensar que sería una perversidad por su parte no ser feliz.
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