Harry Potter y la cámara secreta de J.K. Rowling
—¿Viste a alguien por aquí aquella noche? —le preguntó Harry. —No me fijé —dijo Myrtle con afectación—. Me dolió tanto lo que dijo Peeves, que vine aquí e intenté suicidarme. Luego, claro, recordé que estoy..., que estoy... —Muerta ya —dijo Ron, con la intención de ayudar. Myrtle sollozó trágicamente, se elevó en el aire, se volvió y se sumergió de cabeza en la taza del retrete, salpicándoles, y desapareció de la vista; a juzgar por la procedencia de sus sollozos ahogados, debía de estar en algún lugar del sifón. Harry y Ron se quedaron con la boca abierta, pero Hermione, que ya estaba harta, se encogió de hombros, y les dijo: —Tratándose de Myrtle, esto es casi estar alegre. |