El cuarto mono de J.D. Barker
Tenía ganas de llorar, pero no le quedaban lágrimas. Le ardían los ojos secos en contacto con la oscuridad. En algún lugar por encima de ella, Jimi Hendrix cogió su guitarra y comenzó a gemir. |
El cuarto mono de J.D. Barker
Tenía ganas de llorar, pero no le quedaban lágrimas. Le ardían los ojos secos en contacto con la oscuridad. En algún lugar por encima de ella, Jimi Hendrix cogió su guitarra y comenzó a gemir. |