La portada del libro refleja muy bien los sentimientos de la protagonista de la historia que vamos a leer, en ella vemos unas zapatillas calzadas por una mujer joven sola en una calle triste y lluviosa pero, al mismo tiempo, transmite esperanza. La pluma de la autora es tan agradable y sencilla que hace que no puedas parar de leer porque nos dosifica la información poco a poco y de una manera muy intrigante. Y aunque trata temas muy dolorosos y desgarradores, lo hace con mucha delicadeza y respeto. Para rebajar los sentimientos que te despiertan estos asuntos, nos combina historias duras con otras muy dulces y divertidas. Destaco, de igual manera, sus descripciones tanto de escenarios, personas o escenas ya que son muy buenas y parece que estás dentro de la historia viviendo en primera persona lo que sucede. La historia pasa en un pequeño pueblo donde nuestra protagonista, Layla, se refugia tras una vivencia muy traumática y difícil con su abuela ya que con sus padres no se siente arropada. Con su abuela vivió felices momentos en su infancia y necesita recuperar esos sentimientos tan felices y maravillosos Allí se encuentra con Arthur que, aunque desde el primer momento no se llevan bien, se convierte en alguien muy importante para ella que le ayuda a sanar. Él tampoco ha tenido una vida fácil y sólo tiene a su hija que es su motivo de vivir día a día. Por cierto, la niña es un encanto y le da mucha dulzura a la trama. Los personajes secundarios aportan su granito de arena para que los protagonistas vayan superando sus pasados gracias a la ternura, sabiduría, amor… que transmiten. En resumen, es una historia fascinante, muy dulce y, a la vez, muy dura que hace que tus sentimientos afloren con cada palabra, frase o escena. + Leer más |