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Padres e hijos de Iván Turguénev
-Pero luego comprendimos que hablar y sólo hablar de nuestros males no merecía la pena, que eso sólo conducía a la ruindad y el doctrinarismo: pudimos cerciorarnos de que nuestros inteligentes, los llamados avanzados, y los acusadores no iban a ninguna parte, y de que nos debatíamos en un absurdo. Hablamos de cierto arte, de una vaga creación, de parlamentarismo, de abogacía, y el diablo sabrá de qué; mas cuando de lo que se trata es del plan cotidiano, cuando la más burda superstición nos ahoga, cuando todas nuestras sociedades por acciones quiebran únicamente para que se demuestre la incapacidad de las personas honradas, cuando la propia libertad, por la que tantos calores se toma el Gobierno, apenas si nos sirve de nada, pues a nuestro mujik no le duele que le roben, con tal que lo dejen emborracharse en la taberna...
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