La casa de los espíritus de Isabel Allende
No se dejó provocar por su padre, que aprovechaba todas las ocasiones en que estaban juntos para advertirlo sobre las maniobras del comunismo internacional y el caos que azotaría a la patria en el caso improbable que triunfara la izquierda. La única vez que Jaime perdió la paciencia fue cuando una mañana encontró la ciudad tapizada de afiches truculentos donde aparecía una madre barrigona y desolada, que intentaba inútilmente arrebatar su hijo a un soldado comunista que se lo llevaba a Moscú. Era la campaña del terror organizada por el senador Trueba y sus correligionarios, con ayuda de expertos extranjeros importados especialmente para ese fin.
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