Amigos y amantes de Iris Murdoch
Es como un veraniego ambiente de bostezos y ojos velados, y cortos sueños poblados de pesadillas, en estancias de tedio y desesperación. Junto con este aburrimiento, el mal invade la ciudad, el mal de la indiferencia, de la somnolencia, de la negligencia. En esos momentos se cede a las tentaciones contra las que tanto se ha luchado, y por fin, se comete el crimen en el que tanto se ha soñado, y se comete con un encogimiento de hombros indicativo de que nada importa.
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