El cuarto de la plancha de Inma Chacón
El dolor de la pérdida es físico. De ahí que se lo llame “dolor.” Es un daño que se percibe en el cuerpo. Una especie de garra que aprieta sin piedad. De la frente a la nuca, de la garganta a los pulmones, del corazón al estómago. La pena se siente por fuera y por dentro. Nos arrastra como una marea que sube y baja sin control y nos empuja hacia el fondo… y duele, duele mucho.
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