El diario de Helga de Helga Weiss
Nos sentamos para el desayuno, el último. Todo, haga lo que haga, es hoy por última vez. Esa idea constante: ¡nunca más! Vienen el tío y las tías. Podemos irnos. Me pongo el abrigo y, en él, el número de transporte 520. Y ahora ya es ineludible: hemos de irnos. Papá ha cerrado la puerta del piso, bajamos las escaleras.
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