Libro de las canciones de Heinrich Heine
Tú no eres feliz; yo no me quejo... Amor mío, ¡seremos desgraciados! Mientras no muera el corazón enfermo, ¡seremos, amor mío, desgraciados! En tus labios retoza la ironía, la insistencia fulgura en tu mirada y el orgullo en tu interior palpita; eres, igual que yo, desventurada. Invisible el dolor, tus labios tiemblan; tus pupilas empaña oculto llanto; tu altivo corazón: llaga secreta. Amor mío, ¡seremos desgraciados! |