Libro de las canciones de Heinrich Heine
Pálido y mudo está Dios en su trono: la corona arranca de las sienes, y se mesa la caballera augusta. Los titanes avanzan; las antorchas encendidas dentro del reino celestial arrojan; y los enanos negros, con azotes flamígeros, castigan las espaldas de los vencidos ángeles, que ruedan, se encorvan, se retuercen, y arrastrados por las guedejas son. |