Libro de las canciones de Heinrich Heine
Mientras yo en tierras extrañas soñaba mil despropósitos, el tiempo se le hizo largo a la niña a quien adoro; cosió el vestido de bodas, y abrazó, cual dulce esposo, de todos sus pretendientes al pretendiente más tonto. Más hermosa cada día la veo, y admiro absorto las rosas de sus mejillas, las violetas de sus ojos; y esforzarme en olvidarla ha de ser -bien lo conozco- de todos mis desatinos el desatino más tonto. |