El viaje de Cilka de Heather Morris
Sólo cuando la sacan de la prisión y la suben a empujones a un camión descubre que el invierno ha pasado, que la primavera no ha existido siquiera y que ya ha llegado el verano. Aunque el calor del sol es como un bálsamo para su cuerpo helado, ese cuerpo todavía vivo, su resplandor le hace daño a los ojos. Antes de que haya podido adaptarse del todo, el camión se detiene de golpe. Y ahí mismo, delante de ella, hay otro vagón de tren, otro tren de ganado pintado de rojo.
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