El arte de ser luminosa de Harriet Reuter Hapgood
Esa última pregunta casi me hizo reir. Nunca había necesitado un padre, no cuando había tenido una madre cuya presencia era tan enorme que llenaba el agujero con forma de padre que tenía mi vida, del mismo modo que el aroma nocturno de la dama de noche inundaba el jardín en verano. Y ahora se había ido y era demasiado tarde para preguntar de quién más había salido yo.
|