“El último viaje de Miranda Grey” fue la novela ganadora del V Premio de Novela Policía Nacional, cuyo objetivo es aunar la realidad policial con la ficción literaria. En ella se plantea una trama clásica de novela negra en un escenario de lo más particular.
Un terremoto sacude la localidad de Castellblanc y sus salinas. Al caos provocado por el terremoto se suma la desaparición de Leo, un adolescente del pueblo. De la investigación se encargará Borja Stapleton, un oficial de la policía judicial. Castellblanc no es ajeno a la tragedia, ya que meses antes, Miranda Grey, una joven promesa del piano, se quitó la vida. O eso afirma la versión oficial. Daniel, uno de los ingenieros encargado de revisar los edificios afectados por el terremoto, se obsesionará con la figura de Miranda, iniciando su propia investigación acerca de su muerte. Ambos casos terminarán confluyendo en una historia en la que las salinas y los flamencos que las habitan serán los únicos testigos de qué le ocurrió realmente a Miranda Grey.
Lo primero que me llamó la atención de esta historia, incluso antes de leer la sinopsis, fue su portada. Los colores, los flamencos, esas piernas ensangrentadas y llenas de suciedad son el reclamo perfecto para adentrarte en esta historia y los misterios de sus salinas.
La ambientación es uno de los aspectos a destacar de la novela. Toma como base documental el terremoto de Lorca de 2011, y consigue crear un escenario en el que a la incertidumbre por lo ocurrido con Leo y Miranda, se suma el miedo a posible réplicas del terremoto que puedan provocar una mayor destrucción.
La trama avanza de forma paralela gracias a las dos investigaciones llevadas a cabo por Daniel y Borja. Tengo que decir que no llegue a conectar del todo con ninguno de los dos, especialmente con Daniel. Aún así, me resultó un personaje interesante, sobre todo a la hora de mostrar hasta qué punto puede llegar a alguien a obsesionarse con una persona a la que ni siquiera conoce. Los personajes secundarios me parecieron curiosos, todos parecían escoger algún secreto, y se alejaban un poco de los estereotipos que se suelen encontrar en este tipo de historias.
Al principio la historia avanzó de forma muy pausada y, en ocasiones, aportaba demasiados datos e información técnica acerca del terremoto o los daños que generó, lo que conseguía sacarme un poco de la historia. A medida que la trama avanza, va dejando pequeñas pistas que, al llegar el final, se colocarán como si de piezas de un mecanismos bien engrasado se tratase, ofreciendo una resolución que presenta algunos momentos que, no por esperados, dejan de ser duros.
Si con algo me quedo de esta historia es con el contraste entre la belleza y elegancia de los flamencos y las salinas, y la devastación, no solo la provocada por el terremoto, sino la generada por los seres humanos y sus más bajos instintos.
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