Diario de mi vida durante la Revolución Francesa de Grace Dalrymple Elliott
Robespierre se convirtió en el hombre más poderoso. La gente no se atrevía ni hablar ni a respirar. Nadie se paraba en la calle para saludar a un conocido. En resumen, hasta en la soledad de tus aposentos sentías miedo. Si reías, podían acusarte de hacer mofa de algún símbolo de la Revolución o de las noticias que propalaban los republicanos. Si llorabas, podían acusarte de lamentar sus éxitos.
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