El mar detrás de Ginés Sánchez
El problema es que somos demasiadas personas ya en el mundo. Y nos molestamos. Cuando hay mucha gente, adquieres el derecho a ver al otro como un extraño. Porque te conviertes en un egoísta. Lo haces porque te olvidas de lo que es pasar necesidad. Entonces todos los problemas están lejos y tú puedes sentarte a ver la televisión o a jugar a la Play tranquilamente. Y no quieres que venga nadie a sacarte de eso. Y eso es porque el mundo se va haciendo cada vez más pequeño. Y, al hacerse pequeño, nos damos unos a otros con los codos. Y eso pasa, Isata: que nosotras éramos así, pero que se le dio la vuelta a la tortilla y ahora somos pobres y no tenemos más que el suelo que vamos pisando. Pero ellos, ¿sabes? No son peores que nosotros, no es eso. Es que se han acostumbrado a la vida que llevan, lo mismo que nos pasaba a nosotras cuando vivíamos en el viajo país. ¿Y cómo vas ahora y les dices «Haz sitio»? No, porque ellos, en el fondo, también son pobres, lo único es que están un poco más allá del borde en que se acaba el mundo que nosotras habitamos. La pregunta es: si nosotras somos pobres y ellos son pobres, ¿quién se lo está quedando todo? Ese es el problema, Isata, y no otro.
|