El mar detrás de Ginés Sánchez
El mar vibra, pero no se ve nada. Todo es oscuridad. Nada en el cielo, nada a tu alrededor. Solo el ruido de la gente llamándose y chapoteando. La espuma que la gente levantaba era como rayos de angustia y de miedo. «¿Vendrám?», pensabas. «¿Vendrá alguien?». Eso pensabas primero y luego, cuando ya estabas tiritando, en el trescientos diecisiete, te preguntabas: «¿Subieron todos? ¿Quedó alguien atrás?». A veces sueño eso por la noche: que grito y grito y nadie me oye y las luces del barco, lentamente, se van alejando. Y sigo gritando y gritando y gritando y manoteo en el mar. Entonces me despierto.
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