Mi familia y otros animales de GERALD DURRELL
Desde las postrimerías del verano, y a lo largo del invierno suave y lluvioso que le siguió, el té en casa de Teodoro se convirtió en costumbre semanal. Todos los jueves Spiro me llevaba al pueblo, con los bolsillos reventando de cajas de fósforos y tubos de ensayo llenos de ejemplares. Era una cita a la que no habría faltado por nada del mundo.
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