Atomka de Franz Thilliez
La radioactividad no atravesaba el agua ni el plomo, pero sí casi todo lo demás. Andréi había respirado polvo de yodo 131, estroncio 90, cesio 137, polonio 210... El átomo estaba dentro de él. Andréi ya no era un hombre, sino un reactor nuclear destinado, él también, a explotar. |