Insular de Franco Chiaravalloti
Sus ojos y su boca estaban abiertos de par en par, detenidos en un grito eterno. El gesto definitivo, el resumen de una existencia, o una muestra de arrepentimiento en el último segundo. Salvadme, salvadme, en realidad no quería, yo no quería. En el instante final nos aferramos a esa vida que no hemos dejado de despreciar.
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