Memorias del subsuelo de Fiódor Dostoyevski
Hasta tal punto estamos desligados de la vida, que hasta sentimos aversión hacia la auténtica vida viva y no soportamos que nadie nos la recuerde. Hemos llegado al extremo de tomarla por un trabajo, como si de un servicio se tratara, y en nuestro fuero interno nos persuadimos de que es mucho mejor vivir conforme a los libros. ¿Y qué andamos frecuentemente escarbando por ahí, de qué nos encaprichamos, y qué es lo que pedimos? No lo sabemos ni nosotros mismos. Y todavía sería peor para nosotros si se cumplieran todos nuestros deseos y caprichos más remotos. ¡Inténtenlo, ofrézcannos más autonomía, desaten las manos a cualquiera de nosotros, amplíen el campo de nuestras actividades, debiliten la influencia de la tutela, y... les aseguro, que al instante pediríamos ser nuevamente protegidos por la tutela.
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