El jugador de Fiódor Dostoyevski
Y el sillón, el tono cortante y la voz de la abuela, sus preguntas impertinentes, hechas con un aire completamente desenvuelto y no soportando la menor réplica, en resumen, la figura toda de la abuela, erguida, brusca, autoritaria, acabaron por conquistarle la veneración de todos.
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