La ciudad de la luna eterna de Esther Sanz
—¿Qué es lo que te parece tan gracioso? —me preguntó Dante alzando una ceja. La cálida luz del fuego iluminó su rostro perfecto. —Hace un año exacto, ni siquiera soñaba con conocer a mi padre. Y ahora estoy frente a mi retatarabuelo, un tipo guapísimo y casi tan joven como yo que, para más inri, el otro día trató de seducirme con sus juegos. ¡Es para volverse loca! |