La casa del páramo de Elizabeth Gaskell
Olvidaba sus sinsabores domésticos para preguntarse por qué una sombra de color pardo violáceo oscurecía siempre el mismo lugar cuando el sol estaba en su cenit, o por qué las sombras de las nubes parecían moverse de costado; e imaginaba qué había más allá de aquellas viejas y sagradas colinas grises, que daban la sensación de sostener las nubes blancas sobre las que los ángeles volaban libres.
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