Mi isla de Elísabet Benavent
Nada te enseña a no sufrir y si realmente existe algo así, no deberíamos acercarnos. El miedo a pasarlo mal nos protege pero sufrir nos curte y nos enseña. No podemos elegir no sufrir. No hay que echarlo de nuestras vidas. No podemos dar la espalda a pasarlo mal. Sí algo aprendemos a lo largo de los años es que todo, lo bueno y lo malo, forma parte de la misma realidad. Dos caras de la misma moneda tan diferentes que se sostienen la una a la otra. Si no sufrimos al final nos resignamos con no sentir. Protegernos para evitar una herida suele traer como consecuencia que olvidos hasta cómo se siente la brisa cuando nos roza la piel.
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