Orgullo: Los pecados de un lord I de Elisa Nell
El orgullo de los hombres es igual de frágil que la más fina de las porcelanas. Un solo golpe puede dejar una muesca casi imperceptible en su decoración o, por el contrario, reducirlo a añicos. Y, querida, me temo que, una vez roto, es casi imposible de arreglar.
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