Euforia de Elin Cullhed
Y después, en una ráfaga de aire, también me vi a mí misma: había pensado que estaba batallando contra el invierno y la maternidad, y que aborrecía el subsecuente aislamiento. Pero en realidad era cómplice, lo busqué y me encantó estar ahí, en el aire glacial lleno de amargura y lágrimas, abandonada. Me encantaba reprochar cualquier cosa, reprocharlo todo. Me encantaban las cortinas de humo, verlo todo borroso, ser incapaz de verlo con claridad, utilizar mi escritura como única forma de redención.
|