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Tu mirada en mi piel de Elena Montagud
Se trataba de su silencio. Después de todo, los silencios dicen más que las palabras y pueden dañar más que un grito. Me ocurría lo mismo cuando de pequeña hacía alguna trastada y la tía, en lugar de castigarme, no me dirigía la palabra durante un rato, hasta que yo entendía. Y también con Gabriel... Sus silencios —junto con los de los demás y otras muchas cosas— le habían costado todo, va bien asfixiado.
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