El diablo también se enamora de Eleanor Rigby
—No hace falta que me cargue, señor Talbot... —Oh —suspiró irónico—, ¿no has oído eso de que da mala suerte no cruzar el umbral con la novia en brazos? —Aún no estamos casados. —Tú estuviste casada conmigo desde el momento en que naciste, Ariadna. |